Desde hace unos años algunos expertos han intentado explicar qué es la web 3.0, un futuro estadio tecnológico que afectará la forma en la que interactuamos con las computadoras y con el mundo.
El concepto de web 3.0 puede ser difícil de explicar desde un punto de vista práctico, pues, al tratarse de una etapa tecnológica futura, a menudo se incurre en contradicciones y generalizaciones que contribuyen a la confusión. Sin embargo, aquí intentaremos dilucidar hacia dónde se dirige la web.
El desarrollo de la web no se ha detenido; al contrario, se ha acelerado en los últimos años. Quizá hayas escuchado el término web 2.0 —que es el estado actual de esta tecnología, con los usos y aplicaciones que conocemos—, pero desde hace un tiempo ya se habla de una nueva etapa. En este artículo haremos un breve repaso por las transformaciones de la web para comprender qué es la web 3.0 y en qué consistirá.
La web como tecnología del siglo XXI
Con apenas poco más de treinta años de existencia, hoy en día ya es difícil imaginar nuestras vidas no sólo sin internet, sino incluso fuera de él: offline.
A lo largo de este tiempo la evolución de la web —con la ampliación de sus alcances, funciones y usos— ha contribuido a la configuración de las sociedades actuales, a tal grado que nuestra vida cotidiana ya está interrelacionada con la web y, de alguna manera, es inseparable de ella.
Muchas de las cosas que hacemos todos los días pasan, de un modo u otro, por la web: transportarnos, trabajar, comer, comprar, vender, entretenernos, enviar y recibir dinero, interactuar y comunicarnos… Por este motivo podemos considerar a la web como la revolución tecnológica más importante del siglo XXI.
Esta suerte de omnipresencia de la web en la vida cotidiana ha provocado que se confunda al internet con la web. Muy frecuentemente se utilizan estos términos como sinónimos, pero realmente no son lo mismo.
Como explica Sergio Adamez Negrete en su curso de Introducción al desarrollo web front end: “Internet es una gran red de computadoras interconectadas globalmente, mientras que la web es sólo una de las formas en que fluye la información en Internet”.
Para comprender las principales diferencias entre internet y la web, digamos que la web está construida sobre internet y funciona con dos elementos: clientes (computadoras, teléfonos móviles, tablets…), que están conectados a internet, y servidores (donde están alojados los sitios web, aplicaciones, etcétera).
Fuente: Altumcode (Unsplash).
La evolución de la web
Para entender con mayor claridad qué es la web 3.0, revisemos someramente las etapas previas de la web.
El creador de la web, Tim Berners-Lee, la concibió en 1989 como “un medio colaborativo, un lugar donde podríamos encontrarnos, leer y escribir”; es decir, como una especie de archivo digital, un sistema de computadoras interconectadas diseñado por científicos para compartir información.
Sin embargo, cuando se vislumbró su alcance y potencial, la función original de la web fue sustituida y, desde entonces, lo que entendemos por web y su funcionamiento no ha dejado de evolucionar. Se reconocen tres etapas fundamentales de esta evolución.
Fuente: Mike Bryant (Unsplash).
Web 1.0 (1989-2005)
Hay quienes no recuerdan cómo era el mundo sin internet. Otros, más jóvenes, no conocieron la primera versión de la web: sin redes sociales ni transmisión de videos.
Hacia finales de los años noventa —antes de la existencia de Google— el objetivo era expandir la red, así como hacerla accesible.
A esta fase también se le conoce como web estática debido a que era una herramienta sólo para buscar y leer. Los usuarios solamente eran consumidores de contenido y, por lo tanto, prácticamente no existía la interacción entre usuarios.
Los creadores de contenido eran muy escasos y la web estaba dominada por los primeros buscadores, portales como AOL, Yahoo, Altavista y Netscape.
Web 2.0 (2005-presente)
A la segunda faceta se le conoce con el nombre de web como plataforma. En ella, la web se hizo mucho más interactiva debido, en gran medida, al desarrollo de distintos lenguajes de programación —como Javascript, HTML5, CSS3, entre otros—, que permitieron la creación de plataformas más sofisticadas, como YouTube, Wikipedia o Facebook, y el surgimiento de las aplicaciones móviles.
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Lo anterior trajo consigo una transformación de los usuarios, quienes pasaron de ser espectadores a creadores (a distintos niveles) por medio de su participación en blogs, redes sociales y el crowdsourcing.
La creación de contenido por los usuarios transformó, a su vez, los medios de comunicación, la publicidad y el retail, por lo que estas industrias también tuvieron que renovarse para encontrar su lugar en las nuevas coordenadas de la web. El surgimiento y apabullante éxito de Amazon responde a este contexto.
Muy rápidamente la web 2.0 se convirtió en la infraestructura para una economía naciente basada, de una u otra forma, en los datos personales de los usuarios (lo cual también ha provocado un debate acerca de las políticas de privacidad). De acuerdo con Charles Silver, de Forbes, el modelo de negocios de la web 2.0 consiste en vender los datos de los usuarios con fines de marketing; mientras “todos tratan de construir una audiencia, recaudar información y monetizarla a través de publicidad personalizada mediante la segmentación del mercado”.
Web 3.0
Finalmente, ¿qué es la web 3.0? Francamente es difícil esbozar una definición de web 3.0 debido a que existe un debate al respecto.
La divulgación del concepto de web 3.0 ocurrió mediante un par de artículos del New York Times publicados en 2006. En ellos se hablaba de la web semántica como web 3.0; es decir, como si fueran lo mismo. Pero en realidad la web semántica (término acuñado por Tim Berners-Lee y otros investigadores en 2001) es solamente una de las propiedades de la web 3.0.
Fue debido a la popularidad del término web 2.0 que surgió la idea de llamar web 3.0 a la siguiente etapa en la evolución de la web. Este concepto engloba una serie de innovaciones computacionales y de tecnologías de la información que aún se encuentran en desarrollo o todavía no representan una práctica extendida en la web, es por eso que aún se le considera la siguiente generación de la web. Estas innovaciones apuntan hacia una integración orgánica entre el mundo físico y el digital, integración que se llevaría a cabo a través de una web inteligente que reimagine el modo en que las personas, los datos y las máquinas interactúan.
Fuente: Josh Hild (Unsplash).
Características de la web 3.0
Descentralización
Actualmente la web tiene una organización jerárquica y centralizada, pero con el surgimiento de tecnologías de libro mayor distribuido (o DLT por sus siglas en inglés) —que básicamente son bancos de datos digitales sin un administrador central que están sincronizados y distribuidos en distintos sitios, ya sean instituciones o países—, como el blockchain, los datos de los usuarios podrán estar descentralizados y más seguros.
Con una infraestructura descentralizada, la web 3.0 permitirá crear conexiones entre pares (P2P), lo cual, potencialmente, puede reducir el poder de las grandes compañías tecnológicas que monopolizan y lucran con los datos de los usuarios.
Inteligencia artificial
La implementación de inteligencia artificial y machine learning buscará que las computadoras “aprendan” a procesar la información como lo haría una persona con el fin de asistir a los usuarios y ofrecer respuestas y resultados más relevantes en un menor tiempo.
Gráficos 3D
Hasta ahora la web había sido bidimensional, salvo por algunos videojuegos, visitas virtuales a museos o interfaces geoespaciales. Pero la web 3.0 pondrá un gran énfasis en el desarrollo de gráficos 3D para crear una web más realista e intuitiva.
Fuente: Adam Neumann (Unsplash).
Web semántica
La web semántica permitirá a las computadoras interactuar con la web del mismo modo que lo hacen las personas. De esta manera, los programas podrán intercambiar información útil entre ellos sin necesidad de la intervención de un usuario o un programador.
En la web 3.0 se habrá completado la transición de una web de documentos a una web de datos conectados con el fin de facilitar las tareas de los usuarios.
Si en la web 2.0 uno puede preguntar qué precio tiene un boleto de avión a, digamos, las Bahamas; en la web 3.0 se busca construir un sistema capaz de brindar respuestas eficaces a problemas como: “Busco un lugar cálido para ir de vacaciones con un presupuesto de $1,500 dólares. Tengo una hija de 8 años y un perro pequeño”.
Fuente: Deloitte Insights.
Ubicuidad
La web 3.0 buscará alcanzar el ideal de una virtual omnipresencia. Con el desarrollo tecnológico, la web ya no estará solamente en tu computadora o en tu teléfono, sino que formará parte de la vida cotidiana.
Con el internet de las cosas, cada día más objetos están conectados haciendo más literal la idea de una realidad virtual o aumentada.
Fuente: Possessed Photography (Unsplash).
La web espacial
Algunos especialistas piensan que el mayor impacto de la web del futuro será a nivel de la experiencia del usuario debido a que la interacción con la red ya no estará centrada en las pantallas, sino que se habrá transferido al espacio físico. Es por eso que hay quienes se refieren a la web 3.0 como web especial.
En un artículo de 2018, Peter Diamandis afirma que la web espacial transformará al mundo después de haberlo mapeado. Ahí escribe lo siguiente:
El mundo que nos rodea está a punto de iluminarse con capa tras capa de datos dinámicos, ricos, atractivos y significativos. Datos que podrás ver y con los que podrás interactuar. Este mágico futuro se llama web espacial y transformará todos los aspectos de nuestras vidas, desde la publicidad y el comercio hasta el trabajo, la educación, el entretenimiento y las interacciones sociales.
De acuerdo con estas ideas, la web del futuro será muy distinta a lo que conocemos hoy y ocupará un espacio protagónico en el mundo y en nuestras vidas.
Fuente: Deloitte Insights.
En las tres décadas de vida de la web, la importancia de esta herramienta ha crecido exponencialmente. Su presencia ha aumentado vertiginosamente y se ha ido apoderando de más espacios cada vez.
Quizá no falte mucho para que la revolución que es la web 3.0 tenga lugar y se convierta en una realidad inescapable en la que las máquinas y las personas hayan alcanzado un nivel de integración que hace unos años ni siquiera era posible imaginar.