El beneficio de una mentalidad de crecimiento sostenible
“Hoy en día, la mentalidad de crecimiento por sí sola se queda corta; lo que realmente necesitan las organizaciones es un enfoque en el crecimiento sostenible,” señala María Ortiz. Esta perspectiva resalta un cambio necesario: no se trata de crecer por crecer, sino de asegurarse de que ese crecimiento sea equilibrado y aporte tanto a la organización como a las personas que la conforman.
Según María, cuando las empresas logran alinear el propósito de su negocio con las ambiciones personales de sus colaboradores, los resultados son impresionantes. “Si una persona siente que su trabajo no es solo enviar correos, sino que está contribuyendo a algo más grande, su nivel de compromiso se dispara” aseguró.
Además, esta cultura fomenta la innovación, un pilar para mantenerse competitivo. María recalca la importancia de permitir el error, “si quieres innovar, tienes que aceptar que habrá fallas y que estas deben ocurrir rápido para levantarte, aprender y avanzar.”
Cuando le preguntamos cómo las empresas pueden crear una cultura que valore el aprendizaje y la adaptabilidad, María enfatizó la importancia del liderazgo, “los líderes deben ser flexibles, resilientes y adaptables, pero también empáticos. Si un líder castiga el error, bloquea la innovación.”
Entre las estrategias destacadas, María menciona el uso de plataformas educativas que permitan a los colaboradores elegir en qué capacitarse según sus necesidades, evitando las costosas personalizaciones. “Hoy en día, herramientas como Harvard Management ofrecen entrenamientos de 30 minutos a varias horas sobre temas variados. Lo esencial es que las personas tengan acceso a lo que necesitan para crecer” explicó.
Otro punto clave es normalizar el error mediante iniciativas como un “café con el error”, donde los equipos comparten aprendizajes de proyectos fallidos, fortaleciendo la colaboración. “Debemos romper los silos de información dentro de las empresas. Promover conversaciones constantes ayuda a construir una cultura más abierta y resiliente” recalcó.
¿Todos pueden adoptar esta mentalidad?
“Seré honesta: no todos están preparados para la mentalidad de crecimiento,” afirma María. Aunque cualquiera puede trabajar en cultivarla, no todos están dispuestos o tienen las circunstancias para hacerlo continuamente.
“Las empresas no deberían esperar que todos sean de alto desempeño todo el tiempo; esto genera un ambiente tóxico,” añadió. María aboga por construir culturas que respeten los ciclos naturales del desempeño y que se enfoquen en crear equipos resilientes en lugar de exigirlo a nivel individual.
La resiliencia es una respuesta puntual ante adversidades, no un estilo de vida, explica María. “Cuando la resiliencia se convierte en la norma diaria, el ambiente laboral se vuelve insostenible. No puede ser sinónimo de sacrificio constante.”
El equilibrio se logra a través de la reinversión, “si los colaboradores ven que su esfuerzo se traduce en mejoras visibles, como herramientas innovadoras, mejores beneficios o nuevos proyectos, estarán más comprometidos,” explicó. Esto refuerza la idea de que el crecimiento debe beneficiar a todos los stakeholders, no solo a los accionistas.
Mentalidad de crecimiento vs. presiones de productividad
Finalmente, María aborda un tema clave: ¿puede una empresa priorizar la mentalidad de crecimiento bajo presiones inmediatas de productividad? Su respuesta es contundente: “Es posible, pero requiere una visión clara a corto, mediano y largo plazo. Las metas a corto plazo deben responder a las necesidades financieras, mientras que las a largo plazo garantizan la sostenibilidad e innovación.”
La clave está en ser transparentes con los colaboradores y priorizar las inversiones que fomenten su desarrollo, evitando caer en dinámicas de “crecer por crecer.”
María Ortiz nos deja con una reflexión final: “Las empresas no deben temer a explorar formas de fomentar culturas de alto desempeño. Herramientas como el feedback continuo o el análisis de la composición de equipos son esenciales para alinear ambiciones y capacidades.”
La mentalidad de crecimiento no es solo una estrategia, sino un compromiso con el bienestar y desarrollo integral de todos los que conforman una organización. El reto está en hacerlo sostenible, realista y, sobre todo, humano.