A Belén le dicen Lenchu desde niña. También Belu. Este último es el alias para quienes no la conocemos lo suficiente, y Lenchu es para los amigos y la familia, de la que también hacen parte los seguidores que encargan sus fotos intervenidas y otras creaciones. Aunque vive en Buenos Aires está en Mendoza, Argentina, haciendo la ruta del vino, un recorrido diario por bodegas en las que ofrecen un almuerzo por pasos y maridaje con los vinos. Un ritmo de mucha comida, y mucho vino, por supuesto. Ha decidido darse unas vacaciones. No se puede viajar al extranjero con facilidad, pero ahora se promueve el turismo nacional, y ella lo aprovecha. Cree en la pandemia. Se cuida, no quiere exponer a sus papás ni a sus abuelos, pero no apoya los extremismos. Reconoce que muchas familias no lo pasaron bien. “Con los cuidados correctos no hay peligro”, dice. Aprovecha la hora del desayuno para responder algunos mensajes, aunque planea regresar con total energía a su vida de ilustradora digital, empezado el primer café de muchos hacia las 8:00 a.m. en el cuarto de su casa, que también es su oficina. Series e imágenes aparecen en su iPad o computadora, y se arma una lista de tareas, hora por hora, que comprende responder mensajes, tomar pedidos, y diseñar. O incluso dispersarse, porque trabajar en casa tiene sus distracciones.
“La paso muy divertida porque trabajo dibujando”, aclara. Cuando está creando una obra en particular puede pensar en mil cosas, ver una serie o escuchar una playlist entera. La combinación de todo eso le da inspiración. No es una casualidad que Belén enseñe online a ¿Cómo despertar la creatividad? en Crehana, pues si no fuera desde ese despertar ella no hubiera creado Soy Lenchu, su alterego, una niña alegre y llena de fantasía. Además muchos emprendimientos se estarían perdiendo de sus diseños. Nos contó parte de su historia.
Retrato de Belu. Foto: Crehana
¿Cómo empezó el universo de Lenchu?
Bueno, yo arranqué todo esto de forma espontánea. Estudié comunicación social, trabajé como periodista en una radio cubriendo eventos musicales, haciendo entrevistas y en un momento me cansé porque no tenía mucho crecimiento en ese lugar. Me fui a vivir a Barcelona 6 meses y un año a Australia…
¿Eso fue hace cuánto?
Inicio del 2018, en marzo me fui más o menos. Fui a trabajar como camarera porque la verdad tenía muchas ganas de no hacer nada relacionado con lo mío, me agarró una necesidad de hacer algo distinto y allá me encontré dibujando mucho, tenía un cuaderno a la mañana y tenía unas acuarelas, unas microfibras y todas las mañanas dibujaba. En ese momento estaba de novia con un chico que me decía: “¡que lindo lo que haces! ¿por qué no desarrollas un proyecto artístico?” y yo le decía: “no”, para mí lo de hacer algo artístico o algo relacionado con el dibujo, la ilustración, o la escritura debía ir acompañado de estudio. Hasta que en un momento se me dió la oportunidad de comprar un iPad y me divertía la idea de empezar a ilustrar digital, pero como un hobby. Justo en ese momento volví a Buenos Aires y me acuerdo de estar perdida sin saber por dónde empezar. Había visto una chica que dibujaba sobre fotos, lo que me encantaba como idea porque quitaba la presión de dibujar sobre un lienzo en blanco, tenías una foto en la que por lo menos tenías algo de fondo y entonces empecé hacer eso, a dibujar sobre fotos, a agregarles firuletes y colores, a caricaturizar la ropa, empecé a jugar con eso y armé un Instagram para que mis amigas y mi familia vieran lo que hacía, pero sin ninguna intención de comercializar eso. Sin embargo, como yo había estudiado comunicación y me gustan las redes sociales, sé cómo funcionan, inicié un emprendimiento que empezó a interesar a mucha gente, me empezaron a pedir precios y yo me sentía en principio incapaz de cobrar.
¿Qué te encargaban?
Fotos intervenidas. Era lo principal. Mi papá fue el que me alentó a que hiciera de eso un negocio, me decía: “si la gente lo quiere, haz algo con eso”. Yo estaba trabajando en un lugar y me despidieron porque no tenían presupuesto para contratarme y ahí dije: “bueno, voy a desarrollar esto que me parece que viene bastante bien”. Esto fue a finales del 2019. “Tengo que empezar a desarrollar otras áreas de negocio”, me dije, pues todo tiene un fin, acá es como que empiezas a hacer algo y al segundo todo el mundo empieza hacer lo mismo, en las redes se genera un contagio muy rápido. Así que desarrrollé una línea de “imagen para las redes sociales”, por ejemplo, íconos para historias destacadas, plantillas para emprendedoras, gifs personalizados, fotos intervenidas, claro…
Las fotos intervenidas empezaron a llamar la atención de los usuarios en Instagram. Foto: Belén Rodríguez.
¿Cómo definiste esas líneas de negocio?
A prueba y error más que nada; también le pregunto a las clientas qué quieren, me parece que es esencial porque es tu público, es el que te va a comprar. Me pedían mucho elementos digitales para sus marcas. Me pasó que todos estos regalos personalizados que te dije, de las fotos impresas, pasado un tiempo no me funcionaban más porque significaban un gasto. Con la pandemia tenía que hacerle llegar el regalo a una persona que vivía lejísimos y el envío me salía caro. Eso lo di de baja y me dediqué solamente a lo digital. Lancé unos stickers digitales que, si visitaste mi tienda, te darás cuenta que son realmente stickers con fondo transparente para que la gente los pegue en fotos. Los probé, dije “a ver qué onda” y funcionó muy bien, así que fui desarrollando distintos paquetes.
¿Habías emprendido antes?
No. A diferencia de la mayoría de la gente el 2020 me vino “10 puntos” para desarrollar mi emprendimiento, porque la gente estuvo mucho en las redes sociales, y yo me moví mucho ahí. Se armó una comunidad, y tuve mucho tiempo para dedicarle. Le puse mucho de mí, trabajé 24/7 porque no podía salir de casa, entonces estaba todo el día trabajando. Soy muy exigente y soy muy dinámica, entonces me pasó que durante este tiempo mucha gente estaba en su casa y no sabía qué hacer, empezó a emprender en lo mismo que yo, a intervenir fotos, nacieron un montón de emprendimientos similares que me obligaron a renovarme. No puedo centralizar todo mi negocio en una red social, así que abrí una tienda en línea que le da más profesionalismo a mi marca.
Soy Lenchu se ha diversificado hasta tener una etensa línea de productos basados en los diseños de Belén. Foto: Belén Rodríguez.
¿Cuánto tiempo te toma el estar pendiente de esa operación, entre conseguir clientes, actualizar la página y sostener tus redes?
Es complicado todavía. Estoy aprendiendo mucho, y me cuesta porque aún me dedico a todo. Generar contenido y responder mensajes toma mucho tiempo. Trabajar y hacer pedidos también, y encargarte de que te funcionen los números te toma otro tiempo más. Estos días cuando vuelva a Buenos Aires voy a tener 500000 mensajes. Siempre que tengo un tiempo libre trabajo, no importa si es sábado o domingo, intento desconectarme a partir de las 8 de la noche, más que nada para poder dormir tranquila, si no mi cabeza está como a 10 mil.
¿Antes de Barcelona dibujabas?
No tanto, la verdad. Siempre me gustó el tema artístico. Me gustaba mucho más escribir. Creo que el viaje, la experiencia afuera, me cambió la vida, claramente porque gracias a eso hoy estoy dedicándome a esto.
¿Solo te dedicas a eso?
Sí, estoy feliz, muy sorprendida de cómo se dieron las cosas.
¿Cómo has perfeccionado tu técnica? ¿Has estudiado?
Pues todo tiende a ser como que llegó un poco de suerte que te trae el universo. Soy autodidacta, cuando me nació la inquietud de hacer gif para las personas me dio miedo, así que, por ejemplo, aproveché mucho lo de ser profesora de Crehana porque puedo acceder a sus cursos y estoy haciendo algunos de ilustración. También me pasó que no me animaba a dibujar antes y ahora me lancé, ahora tengo más práctica. Lo que más me inquieta aprender hoy en día, más que el tema de la ilustración, es el uso de los programas de diseño. Soy una experta en Procreate, pero no en otros programas, esa es mi mayor inquietud hoy. Con el tema de la Ilustración estoy tan confiada que, no sé, me van saliendo cosas lindas.
Aparte de ti, ¿en quién te apoyas para que el negocio ande?
No tengo la capacidad económica hoy en día para delegar en un equipo el trabajo, entonces aprovecho que hice muchas amigas artistas y diseñadoras que conocí en el mundito de Instagram: si hay algo que no sé lo pregunto, y si hay alguien que no sabe algo que yo sí me lo preguntan y respondo.
¿Cómo percibes que otros ilustradores reciben tu posicionamiento?
Nunca tuve una mala experiencia. Creo que la traba me la puse yo misma con el miedo a decir “estoy dedicándome la ilustración sin ser ilustradora”. He venido charlando con mucha gente y he entendido que lo que estudias no te define. Siempre tiro buena onda, siempre le digo cosas lindas a la gente, entonces creo que esa energía genera que el otro se porte de la misma manera.
¿Qué caracteriza a tus diseños?
Soy amiga del "más es más" (risas). Me gusta lo multicolor, lo que visualmente impacte.
Diseño de colores de Soy Lenchu. Foto: Belén Rodríguez.
Y repetirte, ¿no te da temor?
Hace poco me encontré haciendo siempre lo mismo. Cuando estoy así, que no sé muy bien qué hacer, me pongo a navegar, a mirar y mirar si hay un estilo que me gustó lo pruebo sobre una foto y en general lo comparto para ir midiendo si funciona o no con quienes me siguen.
¿Cuál es el tip principal que puedes dar para despertar la creatividad?
Sin duda, tener una constancia con la creatividad, crear algo todos los días.